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Educacion-practica

IDENTIFICANDO LAS CLASES DE SUELOS

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LA PRÁCTICA PEDAGÓGICA

Es el lugar donde interactúa el docente en formación, los alumnos, el asesor, la institución educativa y por supuesto, la universidad quien define las directrices para llevarla a cabo en su plenitud, acercando a los  universitarios a su campo de acción especifico, confrontando la teoría con la práctica, que en muchos casos está separada.

                        

Es pues la oportunidad para una intervención pedagógica lógica, coherente y apropiada para el siglo XXI, donde se necesita una pedagogía, en especial como  afirma Padierna, “la pedagogía de la ternura”, quien al respecto menciona:

 “La pedagogía de la ternura es una herramienta para enfrentar la crisis de la educación, toda vez que la ausencia de valores sociales, familiares educativos y normativos, nos lleva a retomar las emociones, los estados de ánimo y las sensaciones en aras de canalizarlas hacia la comprensión del otro, del ser humano en formación, para pensar en el bien común y no en el personal”.

Por ende, los docentes deben tener unas bases humanísticas, fortaleciendo la ternura por medio de la comunicación asertiva, la socialización, la esperanza, la planeación, análisis, evaluación e innovación de sus prácticas pedagógicas, contribuyendo un poco a la crisis axiológica que hoy vivimos, propiciando las herramientas necesarias para fortalecerse como seres humanos, donde los profesores deben ser ejemplo de imitar, verdaderos modelos a seguir desde que ingresa a la institución educativa, hasta su vida como tal, su cotidianidad, porque este genera impacto, convirtiéndose en un ejemplo de cambio, interactuando en su intervención con tacto, ternura y afecto, sabiendo controlar sus emociones y sus impulsos primarios ante una situación compleja en el aula, propiciando la participación, la sana convivencia y la enseñanza de habilidades sociales, promoviendo procesos de negociación, de reciprocidad, de actuación permanente de todos los actores, brindando elementos para fortalecer criterios y valores.

Para llevar a cabo esta serie de interrelaciones cognitivas, sociales y físicas en el proceso de enseñanza-aprendizaje en la educación primaria, secundaria u otros niveles, es necesario tener una serie de conocimientos específicos de diversos campos; en el caso de la educación física, conocimientos sobre psicología, sociología, pedagogía, biología, entre otros, con el fin de prepararse lo mejor posible como futuros profesionales en el quehacer pedagógico, para una acción e interacción competente; para tal fin la confrontación de la teoría con la realidad, en la práctica, evidencia grandes diferencias. Widlack (citado por Rodríguez, 2006), señala que la práctica produce un shock o el fracaso del saber en situaciones  relacionadas al enseñar, demuestra que es muy difícil trasformar la teoría en acción práctica, por lo que se recurre a una de dos vías: primero, confiarse plenamente en la práctica, y segundo, reducir el contenido teórico; sin embargo lo intentamos hacer de la mejor manera tratando de tener una mejor praxis, sin crear una disyuntiva y volviendo esta una experiencia investigativa a través de reflexiones plasmadas en los diarios de campo, con el fin de mejorarlas día tras día.

La reflexión como eje del proceso de formación a través de la práctica es la que nos ayuda a guiar la experiencia, porque la sola inmersión en la práctica no es suficiente. Por ende, es importante la reflexión sobre los referentes conceptuales que hemos aprendido en la universidad, para construir un verdadero sentido, orientando la acción, la práctica en torno a la reflexión, como lo menciona Vásquez (citado por Quintero y otros, 2006): “es como una fuente de construcción de  problemas y de reflexión en la acción y el llamado a la integralidad de la experiencia…”

Según Senge (1996), la experiencia objeto de reflexión es la clave de las organizaciones inteligentes, por ser capaces de sobreponerse a las dificultades, reconocer amenazas y enfrentar nuevas oportunidades. La experiencia, la apertura participativa, la apertura reflexiva y la libertad de expresión son los aspectos más aceptados para aprender a aprender.